martes, 26 de noviembre de 2013

Reflexiones luego de una práctica de animación lectora.


Hace unos días, en medio de una semana llena de actividades académicas, tuve que poner en práctica la planificación que realicé de una experiencia de práctica de animación lectora.

La primera vez, resultó mal, ya que la cámara se movió del lugar donde la tenía fija, por lo que no grabó bien. No quería repetir el libro, así que tuve que usar otro.

Libro usado: Antípodas
Edad del niño: 6 años.

¿La planificación cumplió tus expectativas al momento de realizar la actividad? 
En algunos aspectos sí. Creo que pensaba en un niño mucho más pequeño, ya que este chico leía bastante bien, sabía usar el libro, era bastante proactivo, por lo que me sentí un poco inútil. Mientras arreglaba la cámara, en las dos tomas, él tomó por su cuenta el libro y lo empezó a hojear y a leer. En ese sentido, el niño ya tenía conocimiento y curiosidad por los libros, algo que yo en lo personal no sabía de este niño. Me llamó la atención que, siendo un niño tan pequeño aun, tuviera interiorizado ya que los libros se leen y no que se pueden mirar también. Pensé que miraría más las ilustración y yo le leería, pero él se empeñaba solo a leer y pasar muy rápido las páginas sin mirar las imágenes. Por eso creo que podría haber puesto más énfasis en las ilustraciones. Por esto, habría sido más conveniente realizar la actividad para niños de 7 a 12.


¿Qué conocimientos previos ayudaron a la realización de la actividad? 
Quería que fuera una actividad placentera para el niño, por lo que lo hice en un jardín, le permití que tocara mi libro y le di algo para tomar. Parece simple, pero en un contexto escolar los chicos a veces son vistos como cadetes en vez de niños. Algunos profesores son muy estrictos, yo quería que fuera una actividad como cualquier otra, le hablé y pregunté su opinión.
Sirve también conocer el libro que se está por leer, porque así se tiene en cuenta los momentos que pueden ser más interesantes para dar más énfasis, por ejemplo. El niño reaccionó de igual manera que yo, con agrado por "Cosas que me gustan" y con sorpresa por "Antípodas" (Pensé que reaccionaría al revés!). Por eso, tal como lo he leído ya varias veces, no hay que subestimar al niño, además son impredecibles. ¡No se debe generalizar tampoco!

¿Qué aprendizajes obtienes luego de planificar y poner en práctica?
La realidad es muy distinta a la planificación. No solo en este caso, sino en todo lo referente a la educación. Por lo menos yo prefiero improvisar, para no decepcionarme por las sorpresas, pero eso solo es posible si se tiene experiencia y confianza suficiente en lo que se está haciendo. Reconozco que me sentí un poco nerviosa, a pesar de que era solo un niño; experiencia muy distinta a la de enfrentarse a una práctica de fomento con un grupo de adolescentes, por ejemplo.
En este caso, me sentí nerviosa cuando algo no salía como lo esperado. Lo mejor, en una planificación futura sería tener una idea de qué se quiere promover, tener planes A, B y C e ir improvisando en el momento, según el humor de los niños y los recursos disponibles.


Palabras clave: animación lectora, LIJ, niños, fomento lector.




miércoles, 30 de octubre de 2013

Más libros. Módulo 5 diplomado.

Estoy absolutamente agotada. He llegado tarde a todas partes, ya que me quedo dormida todo el tiempo.
Se me ocurrió ir a FILSA. Compré algunos libros, me terminé tan cansada que apenas me podía la bolsa.
Mientras tanto, la vida continua y debo seguir cumplir con las responsabilidades, aunque lo haga rindiendo cada vez menos.

Entre los libros a la venta, vi algunos de los que me regalaron en las jornadas presenciales del diplomado. Es divertido, porque algunos nunca me llamarían la atención, pero ahora están en mi librero.

Millones de gatos, de Wanda Gág, por ejemplo. Su diseño es alargado y los colores opacos. Es un estilo que se aleja de la parafernalia de los libros de la LIJ comercial. Resulta ser un libro ilustrado, de una historia que es perfecta para contar a niños pequeños. La historia es simple y utiliza la repetición y el absurdo, elementos que les encantan a los chicos. Lo leí en voz alta tratando de imitar una lectura real, lo que me permitió ver esos detalles: "millones y billones y trillones" es graciosa de decir una y otra vez. Sin embargo, las ilustraciones son un poco pequeñas y aunque no influyen la comprensión del texto, a los niños no les importa porque querrán verlas igual. Por lo tanto funciona con un grupo pequeño. El final me dejó una sensación agridulce, ya que el tono del libro es para niños muy chicos por lo que me pareció muy raro contar que los gatos se habían comido entre ellos, en especial porque después viene una especie de moraleja.

[Me pasó algo interesante con El corazón y la botella, uno de los tantos clásicos de Oliver Jeffers. Se lo presté al hijo de una vecina porque este se aburría en una fiesta de adultos en mi casa. Me dijeron que él odiaba leer, incluso su madre le lee los libros para el colegio y se los cuenta resumidos. Con el álbum, en cambio, no tuvo objeción. Lo leyó rápido y cuando me lo devolvió le pregunté si le había gustado, me dijo: "Sí, pero uno no puede sacarse el corazón". Quedé "plop". Tiene apenas diez años, demasiado joven para hacerse ese tipo de preguntas, hay muchas otras que surgen con el libro].

En lo personal, El corazón ... me encantó, lo encontré adorable y terrible. Por ejemplo, la ilustración de la niña caminando en la playa con una capucha roja es, como dicen los gringos, "touching": lo veo como una representación de la niña sin rumbo, dejada sola en el peligroso bosque es el mundo, pero sin que haya ningún cazador que la salve, porque es ella la que debe enfrentarse a los lobos del mundo sola. Por lo tanto, creo que es un texto que debe tratarse por precaución, en especial sin un niño pasa o pasó por una situación de pérdida similar. Por otro lado, el mediador puede centrarse en otros aspectos que permiten los libros, como por ejemplo el amor a la naturaleza y al conocimiento. El corazón de las guardas finales es uno realista, que refuerza el juego entre realismo y fantasía del libro. Por esto, creo que funcionaría mejor con niños más grandes, púberes y adolescentes.

El árbol rojo de Shaun Tan es una propuesta visual muy interesante e innovadora. Permite y exige segundas lecturas y miradas. Cada doble página es todo un mundo que evoca a diferentes emociones que todos han sentido alguna vez.
En un principio me pareció que era una especie de poema ilustrado pero luego de leer un poco sobre el libro y de volver a leerlo me di cuenta que es un libro álbum, ya que a pesar de lo abstracto de las imágenes se puede extraer información sobre una situación que evoca. Por eso, el texto es breve pero profundamente reflexivo. En ese sentido es un texto que debe ser trabajado con jóvenes, no solo por el tono emocional sino que por la complejidad de las imágenes es necesario que tengan cierta madurez para interpretar y decodificar las ilustraciones.

Sobre Axolotl de Julio Cortázar tengo dos sensaciones opuestas: por un lado, el tono del texto se asemeja a los cuentos de suspenso, porque desde un principio el narrador nos introduce en un tema fantástico o maravilloso, pero por momento no avanza por lo que mantiene la tensión. Creo que una buena lectura debe ser capaz de transmitir esa sensación. Es importante destacar también el elemento metaficcional presente en el texto, lo que siempre es interesante, llamativo y una buena forma de comenzar una reflexión literaria.
Por otro lado, esa misma espera puede llevar a la distracción de los jóvenes más ansiosos. Por eso, tendría cuidado al usarlo, lo haría con un grupo que ya conociera y confíe que sean capaces de mantenerse atentos.



Por fin, he terminado. :)

¡Feliz Halloween!


Palabras clave: literatura infantil y juvenil, libro-álbum, cuentos, lectura en voz alta, adolescentes.

jueves, 22 de agosto de 2013

LIJ y los “guardianes de la moral"

Existen personas que constantemente están pendientes de si una obra dirigida a niños es políticamente correcta y se ajusta a sus estándares de “permitido para niños”. En la wiki Tvtropes se les conoce como “moral guardian”, los que son definidos como personas, conversadores estereotípicos, que creen que los niños no deberían ser expuestos a lo que consideran violencia excesiva, minorías sexuales, sexo, lenguaje obseno, presunto apoyo al patriarcado, discriminación a minorías, entre otros. No solo llegan a prohibirles a sus hijos estar expuestos a tales productos culturales, sino que muchas veces realizan activismo, lo que resulta en series de TV, libros, películas y videojuegos censurados. O, por el temor de la acción de los guardianes de la moral, algunas obras se “autocensuran” o son editadas por la editoriales, canales de tv, etc.
Esto representa un tipo de censura que se basa en la protección a los menores, intención que es mala en el fondo. El problema es que llegan a niveles extremos de prohibición y crítica, al punto de que llegan a prohibir la mayoría de las producciones culturales disponibles en los media.

Este tipo de organizaciones son bastante comunes en EEUU: existen de la literatura, del cine, de la TV, de juegos y videojuegos. Acá en Chile no son tan fuertes (debemos dar gracias) y no causan tanto alboroto. Lo único que conozco es Cinefamilia, página en la que se recomiendan y se “desrecomiendan” películas. Lo divertido, es el contenido que consideran negativo. En la reseña de Monster Inc, dice:
“Negativo: Mentiras, engaños y traiciones entre los monstruos. Muchos sustos y gritos entre los niños. Pensar que los humanos son tóxicos.”
En la reseña de Toy Story 3 dice: 
"Negativo: Angustia de los juguetes por su futuro. Venganza y amargura del oso de peluche quien ha convertido el jardín infantil en una verdadera cárcel para muchos juguetes. Niños pequeños que destrozan los juguetes a su alcance".
En la de Valiente (Pixar) dice:
"Negativo: Exceso de rebeldía de la princesa traerá funestas consecuencias a la Reina madre y caos en el reino. Maldad de la bruja cuyo hechizo mal hecho transforma a la Reina".

En primer lugar: ¿es malo temer por el futuro? ¿es malo el "exceso de rebeldía"?
En segundo lugar: ¿es malo que los niños sean expuestos a historias que incluyen "antivalores"?
Yo por lo menos no me puedo imaginar una película en la cual no hayan aspectos negativos. ¿Cómo se va a mostrar el “bien” si no hay un “mal” al que combatir? Si yo quiero que los niños aprendan valores (en el caso de que yo quisiera hacer tal cosa) les mostraría que en el mundo hay gente buena y gente mala; no los encerraría en una burbuja.

Respecto a la literatura infantil, que es lo que nos convoca: ¿existe también? Por su puesto que sí. En ocasiones no es tan notoria, no la vemos directamente, eso es lo peligroso.

¿Por qué existe?

En democracia existe, como ya mencioné antes, como una manera de (sobre)proteger a los niños. 

Se debe diferenciar de la selección: esta busca guiar a los niños a lecturas recomendadas, ya que el universo de obras es demasiado vasto y el tiempo limitado para gastarlo en leer libros de mala calidad, poco originales, con pocos temas de discusión, etcétera. Empero, los libros que no entran en la selección, están a disposición si se quiere leerlos. Los libros que no entraron no se convierten automáticamente en buenos, solo no cumplen con los parámetros usados para discriminar entre los deseados y los otros.

Censurar en cambio es una prohibición explícita de la lectura de un libro, ejercida por una autoridad. Si mi padre no quiere que lea un libro, será una mera prohibición. Si lo hace el Estado, será censura. Puede ir desde vedar el texto completo hasta la extracción de fragmentos y la edición indiscriminada de las partes que no agradan, todo depende también del objeto de la molestia (qué es lo que molesta a los guardianes de la moral).

Los libros más censurados han sido por los temas siguientes (Canteros, 2002): material sexualmente explícito, uso de lenguaje ofensivo, material inadecuado para el grupo de edad, promoción del ocultismo, promoción de la homosexualidad, promoción de opiniones religiosas, desnudez, racismo, educación sexual, ataque a la institución familiar. Otro dato importante es que el 60% de los cuestionamientos está formulado por los padres (Canteros, 2002).
Algunos ejemplos de censura son los siguientes:

Por la temática

Una compañera de colegio, en sexto básico, se rehusó a leer el primer libro de la saga de Harry Potter para una prueba en el colegio, su razón era: "mucha brujería". ¿Les dije que ella y su familia eran Testigos de Jehová?
Al parecer ella no ha sido la única que lo ha pensado. Ejemplos hay por montones, en especial en EEUU (Martínez, 2000). Principalmente, lo que se teme es que un niño pueda interesarse en la brujería. En lo personal yo no le veo nada de malo, ya que es un tema que puede ser fascinante. Dudo mucho que por mucho que sepa de brujería yo llegue a hacer un encantamiento. Supongo que padres y curas creen que la magia existe, ya que temen que sus niños la practiquen.
Otras críticas se centran en que no se menciona a Dios, la magia es la que resuelve todos los problemas (exactamente lo contrario a lo que en la historia se transmite), el uso de símbolos "satánicos", entre otros. Bien curioso es que Rowling es ella misma católica. ¿Por qué escribiría un libro satánico? Mmmm.

Otros autores censurados por el mismo tema está otro cristiano, C.S Lewis, por las Crónicas de Narnia (Canteros, 2002), por tener una bruja y animales fantásticos. Las brujas, de Roal Dahl, tuvo la misma suerte (Cruz, 2005).

El vocabulario:

Las aventuras de Huckleberry Finn y en Un puente hacia Terabithia se han censurado por un elemento tan simple que suena ridículo: el uso del lenguaje. En el primero, debido por supuesto, al contexto, usan muchísimo la "N-word" (un eso de 'negro' que en la actualidad es peyorativo) y el segundo por "usar el nombre de Dios en vano" y también por usar palabras coloquiales y profundamente ofensivas, como "demonios!" e "vete al infierno!" (The Lizard Queen, 2007; fahrenheit451moderator, 2006), además de por su tema, ya que trata la muerte (¿por qué no censuran las películas de Disney también?)

Las imágenes / ilustraciones:

Hay cosas que los niños ven todos los días, en su casa, en la TV, en su colegio. Pero en un libro, no, ahí si que no (sarcasmo). 
En la cocina de noche del maestro Maurice Sendak, fue censurado porque en una escena el niño protagonista queda desnudo (Cruz, 2005).
¿Ridículo? Uno de los libros de ¿Dónde está Wally? fue censurado porque en una playa aparecía una chica sin la parte de arriba del bikini (Shanshad, 2008), aunque no he encontrado referencias a si ella estaba de espaldas o de frente.

En cambio, la censura puede existir en otros contextos, uno emblemático es, claro, en regímenes totalitarios o autoritarios.
En la dictadura argentina se prohibieron libros tales como:
Un elefante ocupa mucho espacio: los animales en el libro llevan una huelga en contra del dueño del circo en el que viven explotados. Se les considera como libros de adoctrinamiento, lo que no es correcto porque "De su análisis surge una posición que agravia a la moral, a la Iglesia, a la familia, al ser humano y a la sociedad que éste compone" (Imaginaria, 2001).
Otro libro censurado es La línea, que empieza como un inocente libro álbum que termina reflexionando sobre los derechos humanos, la libertad, la violencia política y el amor y la paz (Comisión provincial por la memoria, s.f.).
Un hecho curioso, porque hasta el día de hoy hay quiénes quieren adoctrinar a los niños con todo tipo de ideologías y conductas "deseables": los llamados libros didácticos.

Creo que prohibir libros es una estupidez. Soy una convencida de que los libros no enseñan nada, ni entregan valores ni antivalores. Es el lector, y a veces, a través de un mediador, el que le encuentra sentido a los textos. Si yo creo en la libertad humana, leer un libro en donde se apoya la esclavitud no me hará automáticamente partidaria de la esclavitud... un libro no es capaz de hacer eso por si solo. En el caso de los niños, no se debe subestimar su capacidad crítica. Si tememos que un simple libro los va a volver personas "malas", entonces no estamos haciendo nuestro trabajo de educarlos en la vida de forma correcta. Si el niño tiene valores claros desde su familia y escuela, ¿por qué temen? ¿tenemos miedo de que no los han educado de la mejor manera? Entonces el problema es de nosotros, no de ellos. 
Prefiero que los niños hagan sus propias reflexiones. Si queremos que lleguen a una conclusión en específico, será más potente si ellos hacen la relación a que si les entregamos el mensaje en bandeja.

Demás está rescatar que la literatura para niños no está para aprender nada. Para eso está la escuela, los libros informativos, la familia, et cetera. El fin estético de un texto nunca debe ser mermado por la "moral". El arte y la literatura son los únicos espacios (y los sueños) en los cuales podemos explorar aspectos que no podemos hacer en la vida real. De la misma manera que leer sobre futbolistas no me hace deportista, leer sobre un asesino en serie no me hace homicida. Eso no implica que me guste leer sobre ellos. Es mejor leer sobre un tema socialmente reprochable es un libro que llevarlo a cabo. La literatura es un medio para sublimar nuestros pensamientos y deseos más oscuros. ¿Qué mejor que leer y escribir, liberarse de las trabas, mientras que sigo siendo un ciudadano respetable?

Conceptos clave / Glosario:

Censura: "intervención que practica el censor en el contenido o en la forma de una obra atendiendo a razones ideológicas, morales o políticas" (amigo DRAE).

Selección: recomendación, sugerencias, de libros de LIJ. No prohíbe. A mí parecer, funciona al revés de la censura. Si esta última dice "esto no leerás", lo demás queda a tu criterio; la selección dice "esto leerás", lo demás a tu criterio.

Referencias:

Comisión oficial por la memoria (s.f.). La censura en la literatura infantil y juvenil durante la 
última dictadura

Cruz, Pablo (2005, abril, 29). Caza de Brujas: la censura en la literatura infantil. Babar. Recuperado de http://revistababar.com/wp/caza-de-brujas-la-censura-en-la-literatura-infantil/

fahrenheit451moderator .(2006, marzo, 8). Bridge to Terabithia. Fahrenheit 451: Freedom to Read.

Fundación orientación cinematográfica católica (s.f.). Películas. Cine Familia. Recuperado de http://www.cinefamilia.cl


Imaginaria (2001, abril, 4). Los libros infantiles prohibidos por la dictadura militar en Argentina
Fragmentos del fascículo Un golpe a los libros (1976-1983). Recuperado de http://www.imaginaria.com.ar/04/8/prohibidos.htm

Martinez, Ricardo. (2000, octubre, 29). Harry Potter vence a la censura en EEUU. El País. Recuperado de http://elpais.com/diario/2000/10/29/cultura/972770403_850215.html

Shanshad (2008, mayo, 5). Controverisal Children's picture books. Amazon. Recuperado de http://www.amazon.com/Controversial-Childrens-Picture-Books/lm/R2CIX4GT87K99O

The lizard queen. (2007, febrero, 4). Examining the challenges to Bridge to Terabithia. 
I am the Lizard Queen!  Recuperado de 

TVTropes (s.f.) Moral guardians. Recuperado de http://tvtropes.org/pmwiki/pmwiki.php/Main/MoralGuardians

domingo, 11 de agosto de 2013

Entonces, ¿Qué es la LIJ?

Decir que exite la LIJ es una obviedad, dice Gemma Luch. Sin embargo, presenta una complejidad propia, ya que existe en la actualidad un afán por cuidar, proteger y educar a los niños y adolescentes en todo momento, lo que conlleva a que sus cuidadores (padres, profesores, etc.) seleccionen con cuidado lo que leen. Por esto, tanto los libros pensados para niños, niñas y jóvenes (en adelante, 'niños') como los libros dados/obligados a leer por ellos, tienden hacia dos polos no necesariamente opuestos: el fin educativo versus el fin estético.

El fin educativo se refiere al propósito del creador, editor o mediador de que el niño aprenda alguna habilidad o contenido por la lectura (fin instrumental). El fin estético se refiere a que la LIJ, como toda literatura, es un arte, y por lo tanto no se puede ni debe instrumentalizar en pos de un fin específico: "su condición de disciplina artística la exime de ciertas modalidades y propósitos: por ejemplo, admonición, la información, la autoayuda, la terapia…", dice Liliana Bodoc. Lamentablemente, como comentaba en mi primera entrada, los padres y mediadores creen que la única función que tienen los libros para niños es enseñar. De alguna forma no creen que un niño pueda tener una necesidad estética o artística o una igual de válida que un adulto. Debido a esto, creen incluso que no existe la LIJ (lo educativo no puede ser disfrutable). Felizmente, a partir de la mitad del siglo pasado esto ha ido cambiando progresivamente respecto al mundo editorial y creativo, empero no del todo en los mediadores y la opinión común.

Lo que me atrajo y me mantiene en el gusto por la LIJ es que esta permite tomarse algunas libertades que la adulta no se permitiría. Se puede trabajar el absurdo a niveles notables (Dahl y Fleischman se me vienen a la mente), poner en duda y burlarse de los mayores, hacer crítica social y divertir. Todo bajo la capa de un tierno libro. Se requiere gran habilidad para contar un gran historia, que sea accesible a los niños, pero que no caiga en el simplismo, o peor, en lo educativo. He notado que los autores de libros, películas y series para niños no son personas que estén en el rubro porque este sea fácil o simple (como se podría llegar a pensar), al contrario, son personas cultas ("ñoñas" se diría coloquialmente), inteligentes, con sentido del humor, sensibles, algunos también escriben para adultos y no necesariamente son educadores de profesión. No lo ven como un literatura de menor calidad, ni tampoco se sienten fracasados por ello. Están ahí porque les gusta.

La LIJ actual tiene una mayor libertad para tocar temas considerados tabú para los niños: actualmente existen libros que hablan sobre la muerte, de la homosexualidad o la dictadura militar. Rosell dice que no es la temática lo que diferencia a la LIJ, sino que es el tratamiento. Uno que toma provecho de las potencialidades expresivas del receptor, los niños y jóvenes. A los niños no les importa la teoría literaria, no les importa si es un clásico, no les importa que tal autor esté dominado por el mercado o que tal libro sea un bestseller o que sea chileno o extranjero. Los chicos son más simples, les gusta o lo rechazan.

A mí en particular me gusta por lo mismo. Siento que los autores escriben con más libertad, no tienen la presión de querer crear el mejor libro, de perdurar, de ser considerado un gran autor, de preocuparse por detalles, de no quedar como mal escritor. Buscan que sea agradable de leer y significativo, y eso los hace más valiosos que las pretensiones intelectualoides que puede tener un escritor... o un lector. Los adultos tienen también una impresión un tanto instrumental de la literatura, en el sentido de que quién lee lo hace para ser más culto (o parecerlo), que el libro debe dejarte una enseñanza, etc. Si leo LIJ, no me importa eso, solo quiero disfrutar. Hay un mundo de obras maestras allá afuera, y no es necesario tener diez años para leerlas.

El maestro Roald Dahl

Dice Bodoc que leer literatura no es leer cualquier cosa. Se necesita un ánimo, un tiempo propio, un "pensamiento poético", excluido de la educación formal pero que puede ser rescatado en la literatura, en especial en las lecturas deslocalizadas de la escuela. Este pensamiento poético se expresa en el juego con el lenguaje, el juego con la realidad, la exalta, la mira desde un punto de vista original, o incluso salirse de la realidad e imaginar algo que no existe en este mundo pero que es posible mediante la palabra y las imágenes. 

Creo que si la literatura puede enseñar algo, esto no debiese ser un reforzamiento a la materia de clases, sino que al contrario; todo lo que no puede ser enseñado, lo que debe aprenderse en la vida: a imaginar un mundo distinto, a conocer realidades ajenas, a valorar la diversidad, a conocerse a sí mismo,  a experimentar emociones nuevas, entre muchas otras experiencias.

Para ser un buen mediador de LIJ es necesario mucho más que haber leído varios libros para niños. Es fundamental comprender esto que hemos hablado. Se debe, según yo, primero que todo, ponerse en el lugar del niño, ser un "adulto híbrido", como llama Joel F. Rosell a los autores de LIJ. Ya con esto se hace mucho más fácil comprender todo. Si yo fuera un niño, ¿qué me gustaría leer? Si llega un "tío" o "tía" a leerme un libro, ¿quisiera que fuera uno sobre los mismos temas de los que me hablan mis profesores en el colegio? ¿qué me digan lo mismo que me dicen mis papás todos los días? No, lo más probable que quisiera algo que me divirtiera, que me deje sentado con los ojos muy abiertos, atento y sumido en la historia. 
¿Cuál de estos libros elegirías? 

Otro aspecto que considero fundamental para el mediador es demostrar interés en el libro que se presenta o lee. ¿Si ese texto no me mueve algo en mi mundo, si no me descoloca, por qué debo esperar que a un niño sí le pase? Al revés si puede pasar, claro, tampoco se debe caer en el error de creer que a un niño le va a gustar lo mismo que a uno, pero si no ocurre, queda la tranquilidad que se dio lo mejor posible porque él o ella está en todo su derecho a que no le guste un texto. Odiar un libro es uno de los derechos del lector (tomando de ejemplo el decálogo de Daniel Pennac). Lo importante es que encuentre alguno que sí le guste. Como ya dije, el centro debe ser el niño. Como mediadores, los adultos debemos a veces resignarnos a las negativas por parte de ellos. Ser capaz de hacerlo, le dice también a los chicos que leer es un placer, y que por lo tanto se puede empezar y terminar cuando se desee.

¿Por qué el fin educativo y el fin estético no son necesariamente opuestos? A mí parecer, un libro no enseña nada. Solo está ahí. Es el lector (solo o con ayuda del mediador) quién llena de significado el contenido del texto. Por esto, siempre pueden encontrarse un sin fin de enseñanzas o ni una sola. Cuando era pequeña, me encantaba El libro de las virtudes para niños, me gustaban los cuentos y las hermosas ilustraciones, nunca me molestó el afán educativo, de hecho no me di cuenta de esto hasta que era mayor. Por eso, un texto literario pero pensado para enseñar, no necesariamente se debe descartar, no podemos saber a priori si al niño le gustará o no, podemos llevarnos sorpresas. Lo importante es no darle mayor importancia o imponer un texto sobre otro por alguna razón dada por el adulto lector sobre los derechos del niño lector.

Para terminar, quiero decir que también considero importante el fomento no solo de los textos literarios, sino de todo tipo de textos. No solo la literatura se ha ligado a la escuela, toda lectura se asocia a la enseñanza. Creo que es importante la lectura de textos periodísticos, reseñas, ensayos, todo tipo de géneros literarios. También se puede encontrar placer en estos (de hecho ha sido estudiado por la ciencia que el aprender algo nuevo libera endorfina, el neurotransmisor asociado al placer). Por esto, creo que si un niño se niega a la literatura, no es malo per se, ya que cada niño es distinto y tiene diferentes capacidades. Se puede llegar a él o ella a través de textos no ficcionales u otros medios, siempre dejando la puerta abierta a la literatura para cuando quiera llegar a ella.


Glosario / conceptos:
LIJ: literatura infantil y juvenil.
Mediador: un adulto que presenta un puente entre el texto y el niño, ya sea seleccionando lo que se lee, como fomentando la lectura y leyendo conjuntamente con él o ella.
Instrumentalizar: como su nombre lo dice, es convertir, en este caso, un texto literario en un medio y no un fin.

jueves, 8 de agosto de 2013

Recuerdos: Ben quiere a Anna


Recuerdo con cariño este libro. No solo es un libro que habla del amor entre niños, sino que también habla sobre la xenofobia, las diferencias económicas y culturales, desde el punto de vista de un chico inocente del que no se puede dejar de sentir identificado, por muy distinta que sea su historia a la propia.
Me llamó muchísimo la atención el prólogo, que dice así:

A veces los adultos les dicen a los niños: ustedes no tienen edad para saber lo que es el amor. Hay que ser mayor para saberlo.
Eso significa que han olvidado muchas cosas, no tienen ganas de hablar con ustedes o se hacen los tontos.
Yo recuerdo perfectamente cómo me enamoré por primera vez, a los siete años. Ella se llamaba Úrsula. No es la Anna de este libro. Pero al hablar de Anna pienso también en Úrsula.


domingo, 4 de agosto de 2013

Impresiones: Gregor, La profecía del Gris.


Hace unas semanas me traje de la Biblioteca Viva un libro. No sé cómo lo saqué, estaba con una amiga, me comentó que era de la misma autora que de Los Juegos del Hambre, así que me lo llevé sin verlo mucho. Se llama "Gregor: la profecía del gris".
En general, no me gusta mucho mirar la contratapa de un libro que sé que leeré. Normalmente suelen tener "spoilers" (adelantos de la trama). En este caso así lo hice, lo que fue bueno, ya que todo lo que leía era nuevo. Luego de terminar el libro, leí el texto de la contratapa y efectivamente revelaba algunos detalles que para mí fueron sorpresivos. Por esa razón, no contaré demasiado de la historia. Principalmente, es una aventura que le ocurre a un chico normal de once años llamado Gregor junto a su hermanita bebé Boots.
Lo leí rápido, me divertí, aunque habían muchas cosas de la trama que no me terminaron de convencer. Rehuyo de los clichés, no me agradan, pero lamentablemente en la literatura infantil están muy presentes. En este libro se encuentran elementos típicos y prototípicos de las historias de aventuras y de tinte fantástico, probablemente con la intención de darle al libro una atmósfera que para el niño se sienta "seria" o de "nada que envidiarle" a libros del mismo género para adultos. 
Mientras buscaba la imagen de la portada, me enteré de que es una saga (cinco libros). No tenía idea, al parecer el libro no fue escrito pensado para ser una serie, ya que en este no hay indicios de que la historia quedara inconclusa o de que fuera la primera parte de. 
Aún así, creo que es una buena lectura para chicos de alrededor de 10 años que buscan una historia de acción pero aun son muy jóvenes o no tienen la habilidad lectora para poder leer sagas de historias más extensas y complejas como Harry Potter, El señor de los anillos, los mismos Los Juegos del Hambre, etcétera.

¿Literatura infantil? ¿Literatura para niños? Literatura para mí. parte 2

Cuando estaba en quinto básico más o menos, tal vez sexto, me iba en furgón al colegio. Como el viaje era largo, yo aprovechaba de leer, así que los demás de mis compañeritos de viaje me llamaban despectivamente "la estudiosa". Mis papás y algunos profesores me sugirieron que no me quedara en ese colegio en mi comuna, sino que me cambiara a un emblemático. Así lo hice.
Pasé de tener una profesora de lenguaje risueña, con la que conversaba todas las clases (porque siempre terminaba antes las tareas), la que nos pedía leer un libro al mes... a un profesor lo suficientemente viejo como para deber haber jubilado hace varios años, que le encantaba escucharse hablar sobre diversos temas que nada o poco tenían que ver con su asignatura. Lo que más me llamó la atención es que ahora eran solo dos libros ¡por semestre! Me pareció extraño, aunque lamentablemente terminaron siendo casi los únicos cuatro libros que leía en el año. Ya no estaba en el colegio en el cual yo sobresalía al punto de que mis profesores no hallaban qué hacer conmigo. Ahora era una del montón, no tenía tanto tiempo libre y debía soportar el cambio de lugar, compañeros y la hora y media de viaje (no había metro aún).
Respecto al tema que me interesa, los libros que "había que leer", fue un cambio brusco. Antes, tenía mis libros de autores chilenos, libros relativamente cortos, entretenidos y eran evaluados de manera lúdica (a veces teníamos pruebas de desarrollo, pero estas siempre incluían una pregunta en la que debíamos dar nuestra opinión del libro, por ejemplo). En cambio, me enfrenté a libros como (los recuerdo muy bien):
Séptimo: Veinte mil leguas de viaje submarino, Juan Salvador Gaviota, La cazadora de Indiana Jones e Historia de la gaviota y del gato que le enseñó a volar.
Los odié todos. El primero me pareció extremadamente soporífero, el segundo me pareció estúpido, el tercero era fácil de leer pero no de buena calidad literaria. El último me gustó un poco, aunque me pareció demasiado infantil en comparación a los otros libros que leíamos.
Octavo: Anna Frank, Golondrina de invierno, Mi planta de naranja lima y El llamado de la selva.
Los odié todos. Recuerdo que rayé y mutilé al pobre libro de Anna Frank y Mi Planta me pareció muy aburrido y un tanto perturbador, pero nunca compartí la tristeza y admiración que mis compañeras tenían por él. Los otros no sé si los leí, ya que no recuerdo nada de ellos.
Todas las evaluaciones eran de alternativas o verdadero y falso. Sin darme cuenta, me convertí en una estudiante que ya no leía dos o más veces los libros antes de la prueba, sino que leía con desgano el día anterior a esta. Si bien leí por mi cuenta libros como Trece casos misteriosos y el nuevo Harry Potter, dejé de disfrutar la lectura escolar.
¿Qué cambió? No fueron las evaluaciones. Estas venían después de las pruebas, si bien orientaban la lectura sobre lo que iban a preguntar (¿cuántos hermanos tenía el protagonista? ¿tres, cinco, siete o ninguno?), lo que me afectó fue el brusco cambio de tipos de libros que leía. Los que leí en básica estaban, en su mayoría, pensados para niños. Estos nuevos libros no. Al entrar a este nuevo liceo, por solo pasar de sexto a séptimo, dejé de ser un lector infantil a ser un lector joven, y como tal, me impusieron textos más complejos. Empero, ¿complejo es sinónimo de aburrido? Golodrina de invierno fue una verdadera tortura para mí, no creo que su autor haya tenido en mente torturar jóvenes cuando lo escribió. Debo suponer que llegó a mí descontextualizado. A pesar de tener seis profesores de lenguaje distintos desde séptimo a cuarto medio, fueron pocas las veces en las que el profesor o profesora nos hablaba sobre el texto. Era solo un título y una fecha. 
Me tomó algún tiempo comenzar a leer libros "para grandes". Mi mente seguía en los libros de las colección "mayores de 12 años". Quería seguir leyendo libros de esos autores que leía de chica. No comprendía porqué tenía que leer a la insoportable de Anna Frank o La Odisea. Nadie se tomó un tiempo para contarnos que leíamos ya no por placer, sino porque debíamos conocer a los clásicos. Porque mi colegio se había quedado en el pasado, y las veces que intentó darnos a leer un libro más ligero resultaba ser un texto de dudosa calidad. Creo que ahí radicó la diferencia principal entre el placer y el deber. Se habían separado y no veía cómo se iban a unir. Mi venganza personal no fue odiar el sistema y no volver jamás, sino hacer lo contrario. Buscar hacer lo posible para que la lectura no sea una actividad tan molesta que solo se realice la noche anterior a la evaluación.
La aversión a los libros no es natural, es aprendida. Todo tiene que ver con la seducción. El mediador debe ser capaz de encontrar el punto débil del no-lector para poder encontrar algún producto que lo enganche en el vicio de la lectura. Luego, solo será cosa de tiempo, poder encontrarse con ese nuevo-lector en la biblioteca o en una librería.

sábado, 3 de agosto de 2013

¿Literatura infantil? ¿Literatura para niños? Literatura para mí. parte 1.

Hubo una época en la que leía mucho. No, no fue en la universidad. Tampoco en cuarto medio. Fue cuando estaba en la mitad de mi enseñanza básica. Leía varios libros al mes, mucho más de lo que podría hacer ahora. Tenía diez, once años y para mí la forma de reconocer a los libros para niños era por su portada, ya que esta indicaba que pertenecía a una colección apropiada para niños. Nunca me importó mucho la edad sugerida, solo leía libros de la colección Barco de Vapor de SM. Tenían distintos colores, blanca, azul, naranja, roja. De los blancos nunca leí uno, salvo La Bruja Mon, aunque hacía tiempo que había pasado la edad mínima, me lo pidieron en el colegio; lo leí en cinco minutos, hasta me lo aprendí de memoria, ya que mis padres me decían "léelo otra vez" cuando les decía que ya lo había terminado. Los que más me gustaban eran los de la serie naranja, incluso cuando ya "tenía edad" para leer los rojos, estos me parecieron aburridos. Además de estos, leía libros de la colección juvenil Zig-zag (esos de esas feas tapas azul verdoso).
En mi segundo colegio, en el que estuve desde cuarto hasta sexto, es donde tengo más recuerdos de lectura. Leí para el colegio libros como La Porota, Los PecososViaje a las estrellas, Ami el niño de las estrellas, Perico Trepa por Chile, libros de autores chilenos que me gustaron (aunque tenía sentimientos encontrados respecto a los dos últimos). Dos que leí pero que no disfruté fueron El Fantasma de Canterville (el fantasma no me gustaba para nada) y Mamire el último niño (nunca en mi corta vida había odiado tanto un libro, me costó muchísimo terminarlo). Los profesores no hacían pruebas de desarrollo aunque a veces teníamos que representar capítulos, ilustrar el libro nosotros, hacer fichas de personajes, etcétera. No tengo malos recuerdos de las evaluaciones.
Recuerdo que en quinto básico tuve que leer para el colegio cuatro libros de Papelucho. Me cargó. Odiaba a ese niñito desordenado, que decía que las niñas eran tontas. Me rebelé contra el sistema, leí los libros con desgano y me saqué unos cincos en las pruebas (las notas más bajas que había tenido hasta el momento...).
Entre tanto, leía libros por mi cuenta. Los conseguía en la feria o en el recién inaugurado Bibliometro. Me desconcertaba escuchar a las personas preguntarme "¿Para cuándo tienes que leerlo?" o las caras de angustia de mis compañeros al verme leyendo "¿Había que leer ese libro?" o "Ese no es el libro que hay que leer". Incluso el señor que vendía (aun vende) libros en la feria me preguntaba "¿Cuándo tienes la prueba?" cuando yo le pedía un libro. Entre los libros que leí por mi cuenta estuvieron Ami regresa; Mac, el microbio desconocido; Querida abuela, tu Susi; El pequeño vampiro; Cuentos de los derechos del niño; Érase una vez un hermoso planeta llamado tierra, entre otros. Algunos de estos libros aun conservo, otros los perdí (y los lloro).
Luego, a los once años conocí los libros de la saga Harry Potter. Hasta ese momento solo habían cuatro, los que leí en menos de seis meses. Al final de ese año nos pidieron leer el primero, el que tenía menos de 200 páginas: mis compañeritos y sus padres se quejaron de que el libro era demasiado largo. Yo no comprendía cómo decían eso, si yo leí el cuarto (que tenía unos 500 páginas). Al final, hicieron la prueba con el libro en la mano. Yo no lo consulté, me saqué un siete, aunque nadie me felicitó. Quedaba programado otro libro, Las brujas de Dahl, pero la profesora lo sacó, aunque yo ya lo había leído. Luego me cambié de colegio y mi feliz experiencia con libros para niños terminó.




jueves, 1 de agosto de 2013

¿Qué es eso de LIJ?

LIJ significa convencionalmente "literatura infantil y juvenil". Pareciera que no requiere mayor explicación. A mí me vienen a la mente libros tan distintos como Papelucho, Harry Potter, los gorilas de Anthony Browne e incluso Crepúsculo. Todos tan distintos que resulta extraño que todos estén dentro de la misma categoría.
En cambio, cuando me acerco a una librería lo que encuentro en la sección infantil son textos de dudosa calidad ligeramente basados en los cuentos clásicos (mal llamados "cuentos de hadas"), los que por una razón que no comprendo están pensados para niñas, debido a sus portadas rosadas y fucsia. Al parecer las editoriales creen que solo las niñas tienen interés en la lectura.
Para mí los libros LIJ siempre fueron los libros que leí cuando estaba en básica, la mayoría de autores chilenos del siglo XX. Por lo tanto, mi definición de LIJ está basada más bien en los libros que leí cuando era niña y luego adolescente. Nunca me importó mucho el autor, si escribió pensando en niños o no, con tal que yo los leyera y los disfrutara era suficiente.

Mirándolo en perspectiva, los libros que elegía leer (y los que leí por el colegio) eran en general parte de alguna colección de libros que existía en los noventa, de editoriales chilenas y extranjeras. Luego, ordenaba mis libros por colores en mi pequeña repisa.

Muy distinta forma de seleccionar libros respecto a cómo lo hago ahora. No veo cómo un chico de menos de diez años, hiperestimulado por los nuevos medios, que no tiene libros en su casa, se podría ver interesado por un libro de una colección "educativa para niños", como la que está acá a la izquierda (pobre de Schkolnik, se merece una portada mejor para su libro).
En el voluntario en el que participo desde algunos años, nos llegó hace un año o más, una donación de libros. La mayoría de colecciones de Zig-zag y Andrés Bello. Muy buenos textos, desde mi yo "adulto". Pero aprendí a mirar con ojos de mi yo "niña" para poder trabajar con chicos, así que los miré con este otro yo y solo veía libros que lucían todos iguales. No podía trabajar con ellos directamente, ya que eran muy largos para el poco tiempo que disponía por grupo de niños (media hora en total, pero los niños no aguantaban más de diez sentados junto a los libros). Así que dejé los que tenían menos páginas junto a los demás, pero ellos no los miraron durante mucho tiempo. De hecho, se sentaron en ellos, y al tener tapas blandas (no pensadas para niños claramente) se doblaron de inmediato. Al final del día, tuve que retar a un grupo que se puso a jugar a los tazos... con los libros. Nunca es tarde para sorprenderse de las ocurrencias de los infantes. Ni el pobre Potter se salvó.

Finalmente, los libros álbumes y los libros ilustrados son los que más le llaman la atención a los chicos, y con justa razón. Llenos de energía, distráctiles, en especial los que llegan al voluntario (con retraso en la lectura y escritura respecto a sus pares), muchos de ellos con problemas en sus casas, baja autoestima, entre muchos otros problemas. No me da el corazón para obligarlos a leer, ya que sé que aunque tal vez mejoren la cantidad de letras codificadas, no lo van a disfrutar. ¿Para qué agregar más experiencias negativas a su corta pero apesadumbrada vida? Intento, junto a mis compañeros "tíos", leerles mientras están tranquilos, parar cuando ya no quieren seguir, nos sentamos junto a los chicos a leerles solo a ellos, les dejamos tocar y arrugar los libros, que nos cuenten la historia a su manera o leerlas por quinta vez... Tuve que aprender que un libro arrugado o magullado no era signo de que pasó por manos de una persona descuidada sino que, en el mejor de los casos, es solo la huella de que un niño lo usó, tocó y disfrutó. ¿Qué mejor? Con el tiempo, en nuestra colección de libros, habían libros más desarmados que otros, pero no nos molestamos porque sabíamos que esos eran los preferidos de los niños.

Aun tengo mucho que aprender sobre cómo leer un libro frente a un grupo de niños. Recuerdo que la primera vez que leí Los Tres Osos frente a ellos, no me tomaron mucha atención. Primer error, siempre hay que leer de pie. Creo que estaba cansada y me senté; al rato tenía a las niñas con los ojos a centímetros del libro. Quería que vieran las imágenes, pero no así.
Decidí cambiar el cuento con los siguientes grupos, en especial con kínder. Con el tiempo he descubierto gratamente que son los niños más tranquilos y amorosos. Se quedaron hasta el final del cuento, a pesar de que tuve que escoger uno que no había leído aun (otro error que no pienso volver a hacer), el que resultó ser un cuento con un final un tanto complejo para niños de su edad (nunca supe si lo entendieron, por sus caras creo que no).
Falta mucho entendimiento sobre la LIJ. Los jóvenes y adultos piensan en libros con relieve y que hacen sonidos al apretar un botón. Muchos padres creen que son -o deben ser- como los libros de un comercial: "la mejor forma de enseñar valores a tus hijos". En las Ferias del libro he visto a padres que compran el primer libro que su hijo toma, sin siquiera mirarlo antes. También he visto, lo que me da más pena que rabia, a adultos leer libros álbum de la forma que sale en este video:

(minuto 1:06).

O que un amigo me mire como si estuviera loca y tire el libro a un lado cuando le entrego uno de mis libros álbum favoritos para que lo lea/vea. Aunque lo peor que me ha tocado, fue encontrar en un foro una transcripción de un libro álbum (no puedo recordar el nombre, snif *EDIT: El texto de llama "JUUL") que es un libro muy triste, que necesita mediación, pero que no se puede comprender sin las imágenes. Con solo las letras, el libro fue reducido a dos párrafos. Los comentaristas del foro lanzaban bromas sobre que pensaban que era la lírica de un banda de metal o "emo". No quise decir nada. ¿Cómo les decía que burlarse del libro basándose solo en la parte escrita era un sinsentido?
Supongo que para mí la noción de libro álbum me fue difícil de procesar. Conocí la LIJ por los típicos libros de colección, como ya dije anteriormente. A los diez años aprox., leía bastante, pero odiaba las imágenes. Un bonito libro ilustrado no estaba mal, pero no soportaba las ilustraciones en blanco y negro que estaban repartidas sin regularidad dentro de los libros. Me gustaba imaginar las historias, como si fuera una película, cambiaba el aspecto de los personajes incluso si no me gustaba cómo los describían. Leía lento, pero luego cuando pensaba en el libro se me venían a la mente esas escenas. Entonces, cuando estaba absorta en mi lectura, aparecía una imagen y toda la película se difuminaba de inmediato. Opté por taparlas cuando no podía saltarlas. Además, existe una relación entre la cantidad de imágenes y la edad recomendada de lectura. Mientras menos imágenes tenían los libros que leía, más grande me sentía.
Luego, cuando conocí los libros álbum me desconcertaba lo cortos que eran y que tuvieran tantas pero tantas imágenes. En cierta forma les tenía algo de temor, ya que como vi al enfrentarme a niños con estos libros, son tan llamativos que los otros en ediciones más baratas o solamente convencionales, parecen bastante aburridos. Si bien ahora me encantan estos libros, tengo en mente siempre que no son los únicos que existen y que los "otros" no deben de quedarse encerrados en bodegas.
Por eso, para mí la LIJ es un mejunje, sí. Libros muy distintos, ideas distintas, pero con el denominador común de tener al niño en el centro, en primer lugar como lector y en segundo como lector ideal. Todo lo demás es cambiable.

Notas:
LIJ: Literatura infantil y juvenil, aunque la mayoría de las veces se refieren solo a la I. A la J no la toman tanto en cuenta.
Libro ilustrado: Libro que luego de ser escrito fue ilustrado. Estas pueden cambiar en siguientes reediciones, no son parte intrínseca del libro. La historia es autónoma respecto a las imágenes.
Libro álbum: Es un libro que si bien posee ilustraciones, están son parte de la historia, o mejor dicho, son la historia. Palabras e imágenes están en una relación de interdependencia, por lo tanto el texto no puede ser entendido si solo se leen las palabras o si solo se ven las imágenes (salvo que sea un tipo especial de álbum que no posea texto escrito). Los Tres Osos es un ejemplo de libro álbum.
Lector ideal: En qué lector pensaba el escritor que estaría dirigido su libro al escribirlo.