domingo, 11 de agosto de 2013

Entonces, ¿Qué es la LIJ?

Decir que exite la LIJ es una obviedad, dice Gemma Luch. Sin embargo, presenta una complejidad propia, ya que existe en la actualidad un afán por cuidar, proteger y educar a los niños y adolescentes en todo momento, lo que conlleva a que sus cuidadores (padres, profesores, etc.) seleccionen con cuidado lo que leen. Por esto, tanto los libros pensados para niños, niñas y jóvenes (en adelante, 'niños') como los libros dados/obligados a leer por ellos, tienden hacia dos polos no necesariamente opuestos: el fin educativo versus el fin estético.

El fin educativo se refiere al propósito del creador, editor o mediador de que el niño aprenda alguna habilidad o contenido por la lectura (fin instrumental). El fin estético se refiere a que la LIJ, como toda literatura, es un arte, y por lo tanto no se puede ni debe instrumentalizar en pos de un fin específico: "su condición de disciplina artística la exime de ciertas modalidades y propósitos: por ejemplo, admonición, la información, la autoayuda, la terapia…", dice Liliana Bodoc. Lamentablemente, como comentaba en mi primera entrada, los padres y mediadores creen que la única función que tienen los libros para niños es enseñar. De alguna forma no creen que un niño pueda tener una necesidad estética o artística o una igual de válida que un adulto. Debido a esto, creen incluso que no existe la LIJ (lo educativo no puede ser disfrutable). Felizmente, a partir de la mitad del siglo pasado esto ha ido cambiando progresivamente respecto al mundo editorial y creativo, empero no del todo en los mediadores y la opinión común.

Lo que me atrajo y me mantiene en el gusto por la LIJ es que esta permite tomarse algunas libertades que la adulta no se permitiría. Se puede trabajar el absurdo a niveles notables (Dahl y Fleischman se me vienen a la mente), poner en duda y burlarse de los mayores, hacer crítica social y divertir. Todo bajo la capa de un tierno libro. Se requiere gran habilidad para contar un gran historia, que sea accesible a los niños, pero que no caiga en el simplismo, o peor, en lo educativo. He notado que los autores de libros, películas y series para niños no son personas que estén en el rubro porque este sea fácil o simple (como se podría llegar a pensar), al contrario, son personas cultas ("ñoñas" se diría coloquialmente), inteligentes, con sentido del humor, sensibles, algunos también escriben para adultos y no necesariamente son educadores de profesión. No lo ven como un literatura de menor calidad, ni tampoco se sienten fracasados por ello. Están ahí porque les gusta.

La LIJ actual tiene una mayor libertad para tocar temas considerados tabú para los niños: actualmente existen libros que hablan sobre la muerte, de la homosexualidad o la dictadura militar. Rosell dice que no es la temática lo que diferencia a la LIJ, sino que es el tratamiento. Uno que toma provecho de las potencialidades expresivas del receptor, los niños y jóvenes. A los niños no les importa la teoría literaria, no les importa si es un clásico, no les importa que tal autor esté dominado por el mercado o que tal libro sea un bestseller o que sea chileno o extranjero. Los chicos son más simples, les gusta o lo rechazan.

A mí en particular me gusta por lo mismo. Siento que los autores escriben con más libertad, no tienen la presión de querer crear el mejor libro, de perdurar, de ser considerado un gran autor, de preocuparse por detalles, de no quedar como mal escritor. Buscan que sea agradable de leer y significativo, y eso los hace más valiosos que las pretensiones intelectualoides que puede tener un escritor... o un lector. Los adultos tienen también una impresión un tanto instrumental de la literatura, en el sentido de que quién lee lo hace para ser más culto (o parecerlo), que el libro debe dejarte una enseñanza, etc. Si leo LIJ, no me importa eso, solo quiero disfrutar. Hay un mundo de obras maestras allá afuera, y no es necesario tener diez años para leerlas.

El maestro Roald Dahl

Dice Bodoc que leer literatura no es leer cualquier cosa. Se necesita un ánimo, un tiempo propio, un "pensamiento poético", excluido de la educación formal pero que puede ser rescatado en la literatura, en especial en las lecturas deslocalizadas de la escuela. Este pensamiento poético se expresa en el juego con el lenguaje, el juego con la realidad, la exalta, la mira desde un punto de vista original, o incluso salirse de la realidad e imaginar algo que no existe en este mundo pero que es posible mediante la palabra y las imágenes. 

Creo que si la literatura puede enseñar algo, esto no debiese ser un reforzamiento a la materia de clases, sino que al contrario; todo lo que no puede ser enseñado, lo que debe aprenderse en la vida: a imaginar un mundo distinto, a conocer realidades ajenas, a valorar la diversidad, a conocerse a sí mismo,  a experimentar emociones nuevas, entre muchas otras experiencias.

Para ser un buen mediador de LIJ es necesario mucho más que haber leído varios libros para niños. Es fundamental comprender esto que hemos hablado. Se debe, según yo, primero que todo, ponerse en el lugar del niño, ser un "adulto híbrido", como llama Joel F. Rosell a los autores de LIJ. Ya con esto se hace mucho más fácil comprender todo. Si yo fuera un niño, ¿qué me gustaría leer? Si llega un "tío" o "tía" a leerme un libro, ¿quisiera que fuera uno sobre los mismos temas de los que me hablan mis profesores en el colegio? ¿qué me digan lo mismo que me dicen mis papás todos los días? No, lo más probable que quisiera algo que me divirtiera, que me deje sentado con los ojos muy abiertos, atento y sumido en la historia. 
¿Cuál de estos libros elegirías? 

Otro aspecto que considero fundamental para el mediador es demostrar interés en el libro que se presenta o lee. ¿Si ese texto no me mueve algo en mi mundo, si no me descoloca, por qué debo esperar que a un niño sí le pase? Al revés si puede pasar, claro, tampoco se debe caer en el error de creer que a un niño le va a gustar lo mismo que a uno, pero si no ocurre, queda la tranquilidad que se dio lo mejor posible porque él o ella está en todo su derecho a que no le guste un texto. Odiar un libro es uno de los derechos del lector (tomando de ejemplo el decálogo de Daniel Pennac). Lo importante es que encuentre alguno que sí le guste. Como ya dije, el centro debe ser el niño. Como mediadores, los adultos debemos a veces resignarnos a las negativas por parte de ellos. Ser capaz de hacerlo, le dice también a los chicos que leer es un placer, y que por lo tanto se puede empezar y terminar cuando se desee.

¿Por qué el fin educativo y el fin estético no son necesariamente opuestos? A mí parecer, un libro no enseña nada. Solo está ahí. Es el lector (solo o con ayuda del mediador) quién llena de significado el contenido del texto. Por esto, siempre pueden encontrarse un sin fin de enseñanzas o ni una sola. Cuando era pequeña, me encantaba El libro de las virtudes para niños, me gustaban los cuentos y las hermosas ilustraciones, nunca me molestó el afán educativo, de hecho no me di cuenta de esto hasta que era mayor. Por eso, un texto literario pero pensado para enseñar, no necesariamente se debe descartar, no podemos saber a priori si al niño le gustará o no, podemos llevarnos sorpresas. Lo importante es no darle mayor importancia o imponer un texto sobre otro por alguna razón dada por el adulto lector sobre los derechos del niño lector.

Para terminar, quiero decir que también considero importante el fomento no solo de los textos literarios, sino de todo tipo de textos. No solo la literatura se ha ligado a la escuela, toda lectura se asocia a la enseñanza. Creo que es importante la lectura de textos periodísticos, reseñas, ensayos, todo tipo de géneros literarios. También se puede encontrar placer en estos (de hecho ha sido estudiado por la ciencia que el aprender algo nuevo libera endorfina, el neurotransmisor asociado al placer). Por esto, creo que si un niño se niega a la literatura, no es malo per se, ya que cada niño es distinto y tiene diferentes capacidades. Se puede llegar a él o ella a través de textos no ficcionales u otros medios, siempre dejando la puerta abierta a la literatura para cuando quiera llegar a ella.


Glosario / conceptos:
LIJ: literatura infantil y juvenil.
Mediador: un adulto que presenta un puente entre el texto y el niño, ya sea seleccionando lo que se lee, como fomentando la lectura y leyendo conjuntamente con él o ella.
Instrumentalizar: como su nombre lo dice, es convertir, en este caso, un texto literario en un medio y no un fin.

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