Recuerdo con cariño este libro. No solo es un libro que habla del amor entre niños, sino que también habla sobre la xenofobia, las diferencias económicas y culturales, desde el punto de vista de un chico inocente del que no se puede dejar de sentir identificado, por muy distinta que sea su historia a la propia.
Me llamó muchísimo la atención el prólogo, que dice así:
A veces los adultos les dicen a los niños: ustedes no tienen edad para saber lo que es el amor. Hay que ser mayor para saberlo.
Eso significa que han olvidado muchas cosas, no tienen ganas de hablar con ustedes o se hacen los tontos.
Yo recuerdo perfectamente cómo me enamoré por primera vez, a los siete años. Ella se llamaba Úrsula. No es la Anna de este libro. Pero al hablar de Anna pienso también en Úrsula.

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